Posiblemente será legión de personas las que opinen que la espléndida ciudad de Sevilla ofrece a
sus moradores y a sus visitantes las más rematadas manifestaciones de arte y
cultura, sean estas desde ópticas tanto profanas como sagradas, o cultas o
populares. Pero sin embargo, podrán pensar también como nosotros, en que hay algunos aspectos de ese
referente turístico nacional que necesitan, como en el caso de alumnos algo
rezagados, aplicarse y mejorar en su desempeño.
Y
es que la capital de Andalucía con su ayuntamiento a la cabeza, se ha puesto
manos a la obra para dar un impulso a su oferta gastronómica, al menos en lo
que se refiere a aquella que pretende elevar los quilates de la imagen más
visible y turística de una ciudad con vocación universal.
Al
calor de ejemplos en Madrid o Barcelona, Sevilla entra en el juego del modelo
gastronómico de los mercados temáticos culinarios, en el que se intenta
bosquejar un discurso de dinamismo, actualidad y experimentación sobre los caminos
que pueden andarse a la hora de cumplir con eso tan básico como hedonista, que
es el comer.
Los
matices que se le quiera dar a esa carta de presentación alrededor de un
alimento más o menos elaborado, depende de lo que se pretenda transmitir, del
relato propio que la cocina más o menos de vanguardia dice que debe construirse
para dar sentido a lo que se ofrece al comensal, al cliente.
Y
preguntémonos ya ¿qué intenta expresar, ofrecer, referir o insinuar a su
clientela el Mercado Lonja del Barranco en Sevilla?
En
palabras de uno de sus promotores Francisco Rivera: se trata de un mercado gastronómico donde los precios están
totalmente adecuados a la situación actual del país. Hay de todo y encontrarán
muchos productos distintos, sobre todo de Andalucía. Es un entorno maravilloso,
con una escultura de Eiffel, aquí frente a Triana. Debería ser una visita
obligada aquí en Sevilla. Es un sitio para nosotros y como nos gusta ser
anfitriones, pues se trata de enseñar nuestras raíces.
Parece a primera vista que están muy claramente delimitados los perfiles de esta nueva opción lúdica en la capital hispalense, precios ajustados, productos andaluces y con raíces. Esa declaración de principios que nos parece de entrada más que respetable, tendría no obstante, que corresponderse con la realidad que puede verse en el nuevo local.
Empecemos
por aquellas especialidades culinarias que se aproximan a esa visión como
negocio de sus promotores. Tenemos el muy andaluz salmorejo, con sus acepciones
más tradicionales y posmodernas. Las chacinas de calidad. Las conservas de
nuestra costa peninsular y todo ello regado con cerveza elaborada en Sevilla.
Hasta aquí las raíces más o menos autóctonas, ahora pasemos a las influencias
culinarias varias, que en la variedad a veces está el gusto. Paellas y arroces,
quesos con intención innovadora, pulpo y tapas en formato entre pan o platito
de diseño.
Sin ser lo
descrito algo que llame excesivamente la atención ni impacte en exceso, si que
queremos reseñar algunos aspectos que podrían ayudar a enfocar algo más la
difusa imagen que este mercado gastronómico refleja. Con respecto a su
apariencia interior, que puede gustar más o menos, mencionemos las lámparas
decorativas, las cuales presentan bombillas de incandescencia poco eficientes
energéticamente, cuestión con relativa importancia sino fuera porque ya lucen
fundidos 4 de sus focos. En el suelo, símil muy símil de losa hidráulica. En
algún puesto, flores de plástico.
En cuanto
a lo más llamativo, un puesto vacío y sin vida, como primera impresión desde
una de las entradas laterales al recinto y una selección de bollería industrial?,
bastante distante de cualquiera de los muy buenos obradores sevillanos que
pudiesen tener aquí su oportunidad.
En su
conjunto este mercado gastronómico adolece por el momento de un alma propia que
pudiese ser intuida por sus potenciales clientes. Un hilo argumental que recoja
de alguna manera los momentos episódicos en los que por el momento se mueve la
trama gastronómica de este Mercado Lonja del Barranco. Modestamente creemos que
en este terreno se juega el porvenir de muchos loables intereses integrados en
este edificio de inspiración eiffeliana.
Tiene muchas carencias en cuanto a diseÑo, y la calidad de suS comidas no son lo que se esperaba
ResponderEliminarEstamos de acuerdo en la endeblez del diseño, la aportación a la buena base que supone la arquitectura del edificio, luce por su ausencia. Los materiales utilizados son de calidad muy raspada. Pero desde nuestro punto de vista, el mercado carece de un discurso diferenciador sobre lo que desea explicar a sus clientes en su oferta gastronómica.
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